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Tras las fiestas, escapada de relax

Las fiestas, las celebraciones, los encuentros familiares, con amigos que apenas vemos el resto del año, cenas de empresa, compras, regalos, organización y/o elaboración de menús para un buen número de personas, visita a cabalgatas cuando tenemos niños pequeños, entrega de cartas, mercadillos. Las fechas navideñas, más que un período de descanso aunque estemos de vacaciones, son una auténtica yincana para la mayoría de las personas.

Por eso se hace necesario un break de relax. Antes o después de Navidad. Yo este año lo hice al principio, previo a los preparativos navideños, y os puedo asegurar que gracias a eso he sido capaz de no agobiarme, angustiarme ni querer salir corriendo ante el primer percance en los 17 días (que se dice pronto, del 22-12 al 7-1) que ha durado ‘la fiesta’. Y soy de las que, aun sin niños, organizo cenas, cocino, hago compras, cenas de empresa, celebro reyes con distintos grupos de amigos (o sea, varias veces), limpio continuamente (porque hay que ver cómo se queda la casa cada vez que una invita a más de cuatro a cenar) e intento estar impecable (visita al peluquero, manicurista, algún tratamiento facial y corporal, vestidos o atrezos nuevos).

Y sí, hoy puedo decir, que mis navidades han sido todo un éxito. Y estoy convencida de que mucho influyó mi escapada a Castilla Termal Burgo de Osma, antes de empezar el sprint navideño. Si tú no lo has hecho, seguro que a pesar de los buenos propósitos de año nuevo estás al borde de un ataque de nervios después de haber discutido con tu suegr@, nuera, cuñad@, yerno, hijos, hermanos y hasta con tu pareja. Esto último se curará pronto, que para eso os queréis, y si no a la vuelta de la esquina está San Valentín, pero el resto no tiene vuelta de hoja, es lo que hay, así que respira hondo, y escápate. Bastan un par de días, para ver el mundo de otro color.

Vuelta a la Universidad

No, no dediqué mi escapada a estudiar de nuevo, pero sí escogí para mis días de asueto la que fuera antigua Universidad de Santa Catalina, que es donde está asentado este maravilloso balneario que visité, un acogedor edificio del siglo XVI,  con su original fachada plateresca y su claustro renacentista, cerrado por una gran cúpula acristalada donde se ofrecen los servicios de bar y cafetería.

El Burgo de Osma, en la provincia de Soria, además es una localidad declarada de Interés Turístico y Conjunto Histórico Artístico que merece la pena visitar. Y es lo primero que hice nada más llegar, patear sus estrechas calles y disfrutar de la tranquilidad de un día cualquiera de invierno.


Platos de la tierra y la época de año

Parada obligada para reponer fuerzas. Alubias, me puede la cuchara, cochinillo, y ensalada de queso. Sobran las palabras, quizá un exceso hasta para antes de las fiestas, pero cuando te pones en modo ocio y relax, todo es válido. Además, las legumbres son muy sanas, mínimo dos veces por semana. Los asados son un tipo de cocción bajo en grasa (me olvido el paso de la manteca por la piel para que quede churruscadita) y el queso es fuente de vitamina D, tan necesaria en esta época del año que apenas vemos el sol, y tan útil para nuestros huesos a ciertas edades. Vale, son excusas, que esto mismo en días diferentes  es más recomendable, pero como digo, era mi momento.

Aguas termales y tratamientos

Y tras mi pequeña excursión con almuerzo incluido, una maravillosa siesta (lo he dicho, se trataba de disfrutar, descansar y desconectar) y visita al balneario, aunque primero, la difícil elección del tratamiento.

En mi habitación de Castilla Termal Burgo de Osma

El balneario se encuentra bajo el patio columnado y recibe luz cenital a través de la claraboya que decora el centro del claustro, bañando la piscina de agua termal mineromedicinal. Emplea aguas del manantial de Santa Catalina, indicadas en tratamientos antiestrés por su importante efecto sedante (justo lo que yo necesitaba), para afecciones reumáticas, terapias de adelgazamiento, etc. También tiene efectos contra el colesterol, el ácido úrico y para la eliminación de sodio, muy indicados para prevenir y proteger de los factores de riesgo cardiovascular. Están catalogadas como oligometálicas, bicarbonatadas cálcicas, hipotermales y de mineralización media. La verdad es que a mí todo eso no me hace falta, con descansar y disfrutar me conformo, pero nunca viene mal un circuito termal, un cuello de cisne en tus dorsales, una cortina de agua en las cervicales, y una sesión de chorros desde los tobillos a las lumbares, pasando por el jacuzzi, y las camas de burbujas. Todo un lujo, pero muy recomendable para nuestra salud mental y corporal.


Masaje Shuka

Al final me decidí por este masaje, exclusivo de Burgo de Osma. Se trata de descubrir nuevos tratamientos, así que siempre hay que experimentar. Es muy relajante y combina la sabiduría tibetana, armonizando cuerpo y mente con movimientos suaves. El ritual comienza con el sonido y las vibraciones de los cuencos tibetanos y tras la aplicación de aceite tibio zona a zona la terapeuta desliza sus manos y antebrazos a ritmos acompasados por todo tu cuerpo. Casi una hora de  aromático placer que aseguran un estado de bienestar prolongado.

Después todo es armonía, puedes pasearte en albornoz por el claustro como si no hubiera nada más importante, tu cuerpo liviano se desliza entre la oscuridad (es lo que tiene el invierno, noche cerrada a las seis de la tarde) como si la gravedad no existiera, las preocupaciones han desaparecido y en tu cabeza solo hay una sensación de bienestar.

Restaurante Argaela

Y aunque probablemente me hubiera metido en la cama y no me hubiese levantado hasta el día siguiente, la tentación de la cena en su restaurante, era grande e imposible de resistir. Así que como colofón, algo ligero pero delicioso como una ensalada de brotes tiernos y perdiz y lubina sobre verduritas, esto último no de la zona exactamente, pero meterme unas chuletillas de lechazo antes de dormir, sí me parecía un exceso, incluso para un día de vacaciones disfrutonas.

Sí, fue un día perfecto, os puedo asegurar que mereció la pena escaparse y perderse para volver y encontrarse con las obligaciones pendientes y disfrutarlas sin agobios, relajada y con la sencillez de las cosas bien hechas. Merece la pena un día para resetearnos, apagar el piloto automático y volver a encenderlo. Todo se ve diferente después de un merecido retiro.

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