Una seguidora me ‘acusaba’ no hace mucho de que hablaba de procedimientos muy caros, que si no había tratamientos, cremas o formas más baratas para estar guapa. En mi defensa diré que no es del todo cierto.

Me gusta traer a estas páginas todo lo que pueda embellecernos por dentro y por fuera. Muchas veces hablo de lujo, aunque sé que no tod@s tenemos acceso a él. Pero creo que es bueno conocerlo por dos razones. La primera y más importante, porque hay gente que puede permitírselo y para ellas también escribo. La segunda, porque tod@s somos aspiracionales y nos gusta conocer y ver cosas que, aunque no estén a nuestro alcance, nos hace sentir bien el saber de su existencia. Quizá algún día, por qué no, podamos acceder a ella.

Además pienso que de todo podemos sacar partido. Quizá no tengamos suficiente para comprar un fortalecedor de pestañas de 86 €, pero saber de su existencia puede provocarnos ir a la farmacia y preguntar si hay un producto similar a mejor precio. Y si es único y exclusivo saber que a eso puede que se deba su alto precio, lo que quiere decir que si funciona, en poco tiempo saldrán ‘imitadores’, democratizando el precio, solo hay que esperar.

Igual que cuando vemos las mansiones en las revistas del corazón, sabemos que difícilmente será nuestra,  pero nos quedamos con la idea de la lamparita para nuestro dormitorio. Con esto igual, a lo mejor no podemos hacernos un lifting completo pero sí un pequeño retoque.

Pero, como decía al principio, no es verdad que sólo hable de cosas caras. Lo que pasa, creo, es que llama más la atención una crema de 128 € que una buena alimentación para mejorar la piel. Porque precisamente si de algo hablo con frecuencia en estas páginas y en mis talleres es de la belleza interior, la importancia del sueño, el amor como herramienta, una buena higiene de vida, la necesidad del ejercicio, nada más barato que calzarte unas zapatillas y salir a correr.

No, no solo hablo de cosas caras. Aunque también he de decir que el dinero, como el tiempo, es ‘la excusa perfecta’. No tenemos dinero, ni tiempo, para aquello que realmente no consideramos importante. Por supuesto no hablo de los miles de parados que no pueden pagar sus casas, ni tienen para dar de comer a sus hijos, que por desgracia cada vez son más en nuestro país. Por vergüenza para todos nosotros hay gente que no tiene para pasta de dientes, y no creo que les preocupe lo que yo escribo en estas páginas.

Pero para todos los que tenemos las necesidades cubiertas, y podemos comprarnos un móvil de última generación, una tableta o un modelo de temporada, probablemente, y si de verdad lo deseamos, encontraremos la forma de pagar esa liposucción, remodelación de nariz, eliminación de manchas… Todo es cuestión de prioridades y hay quien ahorra para un coche con techo solar y otros prefieren una sesión de botox.  Lo que quiero decir con esto es que muchas veces culpamos al dinero de cosas (no sólo belleza) de las que sólo nosotros somos responsables. Lo mismo sucede con el tiempo: cuando alguien no se pone en contacto contigo no es por exceso de tarea, es porque esas tareas le parecen más importantes que poner un whatsapp. Cuetión de prioridades.

Pero sí, es real, hay cosas a las que no podemos acceder, pero seguro que existe algo similar acorde a nuestros recursos. Por ejemplo, los últimos descubrimientos genéticos nos dan la posibilidad de actuar con tiempo y evitar o ralentizar ciertas predisposiciones. Si no disponemos de los 1.000-4.000 € que supone un análisis genético para este fin, tendremos que usar el método de toda la vida: si tu padre es calvo, empieza con tiempo a tomar complementos para el pelo. En el peor de los casos, si no tienes el gen de la calvicie, tendrás siempre un pelo estupendo.

Y siempre, siempre, siempre, con nuestro presupuesto, sea el que sea, podemos mejorar vuestra calidad de vida, sólo es cuestión de proponérselo, mimarse uno mismo porque se lo merece, quererse mucho, favorecer las relaciones con los demás y respetar la naturaleza, porque somos parte de ella. La belleza no tiene precio, Belleza eres tú.