Psicología ayurveda, la sabiduría de la madre tierra

Nos encontramos en un momento en el que los tratamientos naturales están en auge. Estamos aburridos de química y queremos volver a confiar en la sabiduría de la Madre Tierra. La psicología ayurveda rescata los valores de lo natural y nos invita a conocernos a nosotros mismos, abordando al ser humano en un plano integral, mente-cuerpo-espíritu en un entorno, formando parte de la naturaleza. Se basa en determinar la constitución única a través de los biotipos, atendiendo a los desequilibrios y aportando herramientas para mejorarlos.
Para saber cada constitución utiliza cuestionarios y se basa en los aspectos físicos de la persona. A partir de un autoconocimiento o determinando nuestro biotipo podemos reconocer los factores que pueden alterarar nuestro equilibrio desencadenando una patología posterior. Por esta razón se hace hincapié en la prevención primaria en la salud, cuidar el cuerpo, la mente y las emociones antes de que se manifieste la enfermedad. La Psicología Ayurveda considera al ser humano en su totalidad.
Dentro de las herramientas que utiliza se encuentra la alimentación, la actividad física, las rutinas estacionales, la meditación, el yoga. Todas se indican según la propia constitución y según el desequilibrio que se pueda presentar. Una herramienta importante dentro de la disciplina del Yoga es el uso consciente de la respiración. Por medio de la respiración se pueden cambiar patrones de conducta y ofrece también la posibilidad de centrarse en el momento presente, el aquí y ahora.
En la respiración intervienen los músculos para llenar y vaciar los pulmones, son los del diafragma, los de las paredes del pecho y los de las costillas flotantes. El diafragma es el músculo más fuerte y tiene un movimiento que se compara con el de un paraguas, se cierra y se abre a cada inspiración y a cada espiración.
Durante la inspiración se cierra el diafragma presionando hacía abajo las vísceras que hay debajo, permitiendo que el estómago se hinche de aire, al mismo tiempo que la caja torácica. Dejando espacio para que se llenen los pulmones a través de las fosas nasales o la boca, la faringe, la tráquea y los bronquios. Cuando espiramos, el proceso se deshace. La caja torácica se relaja, los músculos abdominales se encogen y el diafragma se abre como un paraguas, permitiendo la expulsión del aire de los pulmones.
Cuando estamos sometidos a tensiones, presiones sociales y personales respiramos de una forma deficiente, con consecuencias nefastas para nuestra salud. La sangre no se purifica, no se oxigena, y no se queman debidamente los alimentos que nos aportan la energía.
Nuestras células necesitan respirar, tomar oxígeno. Es imprescindible para el proceso metabólico del cuerpo y de ello depende también nuestra vitalidad. Se precisan grandes aportaciones de oxigeno para la combustión de los alimentos a través de los cuales obtenemos la energía para que nuestro cuerpo y nuestra mente funcionen equilibrada e saludablemente. Una respiración insuficiente puede provocar fatiga, falta de vitalidad, jaqueca, neurastenia, acumulación de toxinas, envejecimiento prematuro.
Cuando respiramos correctamente, los músculos que intervienen en la respiración y los pulmones funcionan con más eficacia. Tómate tu tiempo y ‘aprende a respirar’. Con la práctica, además de mejorar la transformación del aire en los pulmones y purificar la sangre, encontraremos la calma, tonificaremos el sistema nervioso, simpático y parasimpático, fomentaremos el equilibrio y la paz mental y relajaremos el cuerpo y la mente.
Eleva tus niveles de vitalidad, aclara la conciencia, da más brillo a tu mirada, flexibilidad a tus músculos, practica la tolerancia, el optimismo y la armonía simplemente con respirar.
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